Hábitos Saludables: Un Camino de Orden, Virtud y Viriditas. Primera Parte
Divido el artículo en dos partes debido a su extensión. Hoy presentamos los tres primeros hábitos. A continuación, en el próximo artículo, se encuentran los restantes.
¿Qué es un hábito según Santa Hildegarda?
“La salud nace del orden.” – Santa Hildegarda de Bingen
Para Hildegarda, un hábito no es una simple costumbre, sino una forma concreta de vivir el orden interior.
Ella veía el cuerpo como un instrumento afinado que permite al alma expresarse con claridad y alegría. Cuando el cuerpo se desordena en horarios, alimentación o emociones, el alma pierde fuerza y armonía.
El hábito como acto de virtud
En la visión hildegardiana, el hábito está profundamente unido a la virtud.
Cada acto repetido con intención (comer bien, rezar, dormir temprano) fortalece virtudes como la templanza, la paciencia, la humildad y la alegría.
“Allí donde falta el orden, enferma el hombre.” – Santa Hildegarda
Los hábitos no son simples rutinas: son caminos que construyen la salud desde adentro hacia afuera.
Hildegarda enseñaba que la salud es armonía entre cuerpo, alma y espíritu. Cuando una de estas áreas se desordena, todas se ven afectadas.
Hoy vivimos en un ritmo frenético, desconectado del sol, de la tierra, de la comida real y de la voz de Dios.
Por eso los hábitos saludables no son una moda: son un regreso a la creación, a la simplicidad, al orden que el Creador dispuso para vivir con alegría y vitalidad.
En esta guía te acompaño paso a paso para restaurar esa armonía interior, uniendo fitomedicina moderna y sabiduría milenaria.
El Pilar Espiritual: El Primer Hábito
No existe salud profunda sin orden interior. Antes de hablar de comida, sueño o detox, necesitamos mirar el corazón.
Comenzar el día en Dios es un acto de salud. Una breve oración, una acción de gracias o una respiración consciente diciendo:
“Señor, te entrego mi día.”
La ciencia confirma que la oración, la gratitud y el silencio reducen el cortisol, fortalecen la inmunidad y equilibran el sistema nervioso.
“El alma alegre y confiada fortalece al cuerpo.” – Santa Hildegarda
La serenidad espiritual es el terreno fértil donde crecerán todos los demás hábitos.
Primer Hábito: Comer para sanar el alma y el cuerpo
La alimentación no es solo nutrientes: es vida, es viriditas, la fuerza verde y vital que Dios infundió en la creación.
“La viriditas es la energía con la que Dios vivifica a sus criaturas.” – Santa Hildegarda
Alimentos que sostienen la vida
-
Evitar lo procesado.
-
Elegir alimentos íntegros, frescos y naturales.
-
Priorizar frutas y verduras de estación, raíces, cereales antiguos y grasas de calidad.
El desayuno: el motor del día
Santa Hildegarda recomendaba comenzar con alimento sustancioso, especialmente grasas buenas, proteína y calor.
Ejemplos:
-
Almendras o pan de espelta (si se tolera).
-
Huevos, ghee, nueces.
-
Sopa caliente o caldo nutritivo.
La fitomedicina moderna coincide: un desayuno proteico reduce ansiedad, mejora el metabolismo y regula hormonas.
Alimentos que Santa Hildegarda aconsejaba evitar
-
Frutilla
-
Ciruela
-
Durazno
-
Puerro
-
Linaza
-
Quesos industriales
No porque sean “malos”, sino porque, según su visión, debilitan la digestión o enfrían el cuerpo.
Segundo Hábito: Digestión y microbiota ordenada
“La alegría nace en un estómago bien ordenado.” – Santa Hildegarda
La digestión es el centro del bienestar.
Para Hildegarda, el intestino es el fuego vital, donde lo que comemos se transforma en energía, claridad mental y equilibrio emocional.
La ciencia actual confirma esto: el intestino regula hormonas, inmunidad, inflamación y hasta el estado emocional.
La digestión como raíz de la salud integral
Cuando la digestión está débil:
-
el cuerpo se enfría,
-
la energía baja,
-
las emociones se desordenan,
-
aparece irritabilidad, cansancio y niebla mental.
Un intestino en paz es una mente en paz.
Masticación: el primer acto de sanación
La digestión comienza en la boca.
Masticar bien:
-
disminuye gases,
-
previene inflamación,
-
facilita absorción,
-
calma la ansiedad.
Recomendación: masticar hasta sentir el alimento suave o casi cremoso.
Orden en las comidas: evitar mezclar demasiado
Hildegarda insistía en la simplicidad:
-
menos mezclas,
-
comidas cálidas,
-
cocciones suaves.
La ciencia lo confirma: recetas simples facilitan el trabajo digestivo.
Evitar:
-
mezclas excesivas,
-
alimentos muy fríos.
Preferir:
-
vapor, horno, wok,
-
caldo de hueso,
-
fermentados suaves.
Calor digestivo: el fuego interior
Las enzimas digestivas funcionan mejor en calor.
Hildegarda recomendaba:
-
comidas tibias,
-
especias suaves,
-
evitar crudos en exceso,
-
evitar bebidas heladas.
El frío apaga el fuego digestivo.
Microbiota: el jardín interior
Cuando la microbiota está equilibrada:
-
mejora el ánimo,
-
baja el estrés,
-
se fortalece la inmunidad,
-
disminuye la inflamación,
-
mejora la regularidad intestinal.
Cuando está alterada:
-
hinchazón, gases,
-
estreñimiento o diarrea,
-
intolerancias, ansiedad, infecciones.
Cómo cuidar la microbiota
a. Caldo de hueso
Restaura mucosa intestinal, reduce inflamación, nutre el colon.
b. Fermentados suaves
Chucrut casero, kéfir de agua, yogur casero.
En pequeñas cantidades.
c. Hierbas digestivas
Hinojo, melisa, manzanilla, anís, comino, salvia.
Calman, desinflaman y equilibran.
d. Sopas y cocciones suaves
Favorecen la digestión sin sobrecargar.
Evitar lo que irrita
-
frituras
-
aceites refinados
-
comida recalentada
-
exceso de azúcar
-
lácteos industriales
-
ultraprocesados
-
salsas comerciales
-
comidas muy grasosas por la noche
Ritmo digestivo
Respetar horarios:
-
no picotear,
-
comer con calma,
-
dejar tiempo para digerir.
Una ventana de 12 horas entre última comida y desayuno es ideal.
Relación emoción–intestino
El intestino es un “sexto sentido” emocional.
-
ansiedad → inflamación
-
miedo → tensión
-
tristeza → lentitud
-
enojo → acidez
Por eso Hildegarda promovía la serenidad interior.
“El alma alegre fortalece el cuerpo; el alma triste lo debilita.”
Señales de que la digestión mejora
-
menos hinchazón
-
evacuaciones regulares
-
más energía
-
mente clara
-
menor ansiedad
-
piel luminosa
-
sueño profundo
Tercer Hábito: Ritmo del día y sueño restaurador
“El hombre debe vivir según el ritmo que Dios inscribió en la creación.” – Santa Hildegarda
Para Hildegarda, el ritmo natural es medicina.
El cuerpo tiene un orden interno que desea ser respetado.
La ciencia lo confirma: cada órgano sigue un reloj circadiano.
Cuando vivimos en armonía con ese reloj:
-
el cuerpo se fortalece,
-
la mente se aclara,
-
el alma se pacifica.
Dormir temprano: la primera medicina natural
Entre las 22:00 y 02:00 ocurren procesos claves:
-
regeneración celular
-
reparación hepática
-
equilibrio hormonal
-
limpieza neuronal
-
regulación metabólica
Dormir tarde interfiere con estos procesos.
Recomendación: acostarse antes de las 22:30.
Cenar liviano y temprano
Evitar cenas pesadas o tardías.
Preferir sopas, verduras, caldos y proteínas suaves.
Luz solar por la mañana
La luz natural:
-
activa energía,
-
regula melatonina,
-
mejora ánimo,
-
sincroniza ciclos,
-
reduce ansiedad.
Recomendación: 5–15 minutos al despertar.
Reducir pantallas por la noche
La luz azul bloquea la melatonina.
Evitar pantallas 1–2 horas antes de dormir.
Preferir luz cálida y actividades tranquilas.
¿Y si no puedo dormir temprano?
Para familias con bebés, turnos nocturnos o vidas intensas:
-
Oscurecer la habitación.
-
Usar luces cálidas o ámbar.
-
Reducir pantallas.
-
Crear un ritual nocturno suave.
-
Recibir luz natural por la mañana.
La clave espiritual
El descanso temprano es un acto de humildad: aceptar límites y cuidar el cuerpo con ternura.
La viriditas se fortalece cuando vivimos en sintonía con la luz, el descanso, la alimentación y la oración.
Señales de que el ritmo está sanando tu cuerpo
-
sueño profundo
-
claridad matutina
-
menos inflamación
-
digestión fuerte
-
menos ansiedad
-
estado emocional estable
-
más creatividad
-
alegría natural
💌 Escríbeme o agendá tu primera consulta natural.

Comentarios
Publicar un comentario