Navidad, templanza y consumo consciente de los alimentos

Navidad, templanza y consumo consciente de los alimentos

Una reflexión médico-espiritual para vivir las fiestas con orden interior


Cuando la celebración desborda

La Navidad es, para el cristiano, el misterio de Dios que se hace carne. Sin embargo, en nuestra cultura actual, este tiempo sagrado suele vivirse desde la prisa, el exceso y la sobreestimulación. No solo se sobrecargan las agendas y las emociones: también se sobrecarga el cuerpo.

Muchas personas llegan a las fiestas cansadas, con el sistema nervioso agotado y el aparato digestivo ya exigido por semanas de estrés. En ese contexto, las comidas abundantes, desordenadas y altamente procesadas terminan siendo más una prueba para el organismo que una verdadera celebración.

Desde una mirada integral —médica y espiritual— vale la pena preguntarnos: ¿qué estamos celebrando realmente cuando comemos sin medida? ¿Y qué mensaje transmitimos a nuestros hijos y a nuestro propio cuerpo en estos gestos cotidianos?


Santa Hildegarda de Bingen y la discretio: la dorada moderación

Santa Hildegarda de Bingen enseñaba que la salud se sostiene sobre un principio fundamental: la discretio, es decir, la moderación sabia, el justo medio que preserva la armonía entre cuerpo y alma.

Para Hildegarda, el ser humano no está dividido en compartimentos. Lo que sucede en el cuerpo repercute en el alma, y lo que se desordena en el alma termina manifestándose en el cuerpo. Cuando el aparato digestivo se sobrecarga, también se enturbia la claridad interior, la paciencia, la capacidad de gozo sereno.

Ella hablaba de la viriditas, esa fuerza vital que da frescura, energía y fecundidad a la persona. El exceso alimentario —especialmente cuando es repetido y desordenado— apaga esta fuerza. No de forma inmediata quizá, pero sí de manera progresiva y silenciosa.

Celebrar desde la discretio no es celebrar menos. Es celebrar mejor.


El cuerpo no sabe que es fiesta

Desde la medicina integrativa sabemos algo muy simple, pero a menudo olvidado: el cuerpo no distingue entre días festivos y días ordinarios.

El hígado, el intestino, el páncreas y el sistema nervioso trabajan bajo las mismas leyes fisiológicas un 25 de diciembre que un martes cualquiera. Cuando los sometemos a:

  • Grandes cantidades de azúcar.

  • Grasas de mala calidad.

  • Alcohol.

  • Combinaciones difíciles de digerir.

  • Comidas tardías y sin pausa.

El resultado suele ser inflamación, fermentación intestinal, alteraciones del sueño, irritabilidad, cansancio y una baja de defensas que se manifiesta días después. No es casualidad que muchas infecciones respiratorias, crisis digestivas o estados de abatimiento aparezcan inmediatamente después de las fiestas.


Templanza: una virtud profundamente encarnada

La templanza, en la tradición cristiana, no es privación ni rigidez. Es libertad interior. Es la capacidad de decir: “esto es suficiente”.

Desde esta virtud, el consumo consciente de los alimentos se convierte en un acto espiritual concreto. Elegir qué comemos, cuánto comemos y cómo comemos es una forma cotidiana de honrar la vida recibida.

Comer con templanza:

  • No quita alegría al encuentro.

  • No empobrece la mesa compartida.

  • No enfría el corazón.

Por el contrario, preserva la energía vital necesaria para disfrutar verdaderamente del vínculo, la conversación y la presencia.


Navidad y educación: lo que aprenden los niños

Las fiestas son una escuela silenciosa para los niños. Aprenden menos de lo que se les dice y mucho más de lo que se vive.

Cuando la comida se vuelve exceso constante, premio emocional o desborde, el mensaje que reciben es que la alegría depende de lo que se consume. En cambio, cuando el clima es sereno, ordenado y agradecido, aprenden que la celebración nace del encuentro.

No necesitan mesas interminables ni estímulos constantes. Necesitan adultos presentes, rituales simples, tiempos de calma. Educar en la templanza es un acto de amor hacia su futuro cuerpo, su futura relación con la comida y su mundo interior.


Consumo consciente: elegir con discernimiento

Hablar de consumo consciente en Navidad no significa imponer reglas ni generar culpa. Significa recuperar el discernimiento. Algunas preguntas simples pueden ayudarnos:

  • ¿Esto que voy a comer nutre o solo llena?

  • ¿Mi cuerpo lo desea realmente o es ansiedad social?

  • ¿Estoy comiendo con prisa o con gratitud?

Pequeños gestos hacen una gran diferencia:

  • Llegar a la mesa sin hambre extrema.

  • Elegir una o dos preparaciones especiales, no todo.

  • Comer despacio, masticando bien.

  • Escuchar la señal natural de saciedad.


Aliados naturales de la botica hildegardiana

Cuando el sistema digestivo ya está fatigado, la tradición hildegardiana ofrece recursos sencillos y nobles que acompañan sin violentar al organismo. Junto a algunos remedios clásicos de su botica, es valioso recordar infusiones tradicionales, presentes tanto en Europa como en América, que han sido usadas durante siglos en contextos festivos.

Infusiones tradicionales, simples y universales

  • Hinojo: Presente en casi todas las culturas. Digestivo, carminativo y muy suave. Santa Hildegarda lo recomendaba por su capacidad de dar alegría al corazón y buen orden al estómago. Ideal para niños y adultos.

  • Manzanilla: Calma el aparato digestivo y el sistema nervioso. Especialmente indicada cuando la digestión se altera por el cansancio o la sobreestimulación propia de las fiestas.

  • Anís verde: Muy usado en Europa y América Latina en celebraciones. Ayuda a reducir fermentaciones y espasmos digestivos.

  • Menta o hierbabuena: Refrescante y estimulante digestivo. Útil tras comidas grasas o abundantes. Conviene usarla con moderación por la noche.

  • Melisa (toronjil): Excelente cuando el malestar digestivo se asocia a tensión emocional, reuniones intensas o exceso de estímulos.

  • Jengibre suave: Raíz cálida y estimulante. Ayuda a movilizar digestiones lentas y a contrarrestar el exceso de dulces. En niños, usar en dosis muy suaves.

  • Canela en rama: Tradicional en épocas navideñas. Aporta calor digestivo y ayuda especialmente tras el consumo de azúcares y harinas.

Estas infusiones pueden usarse solas o combinadas de manera simple, siempre respetando la sensibilidad de cada persona.

Remedios clásicos de la botica hildegardiana

  • Pelitre (Akarkara): Raíz cálida que favorece la asimilación y ayuda a “quemar” los residuos de malas digestiones. Puede usarse en cantidades mínimas, espolvoreada sobre la comida. En niños, siempre en dosis muy pequeñas.

  • Galanga: Conocida como el “alivio del corazón y del estómago”. Es útil ante pesadez, gases y fermentaciones. En adultos puede usarse en polvo o comprimidos. En niños, con mucha moderación o reemplazar por hinojo.

  • Castañas cocidas o asadas: Alimento cálido que fortalece bazo y estómago. Consumidas antes de una comida más pesada, preparan el sistema digestivo.

Un consejo sencillo antes de salir de casa: Antes de asistir a cumpleaños o celebraciones, puede ser muy útil ofrecer a los niños una manzana asada con canela o una pequeña porción de espelta bien cocida. Esto aporta saciedad real, calma la ansiedad y evita que lleguen a la mesa buscando compensar con ultraprocesados.


El verdadero alimento de la Navidad

En Navidad celebramos a un Dios que eligió la pequeñez, la sencillez y el silencio para hacerse presente. No nació en la abundancia, sino en la sobriedad amorosa. Cristo no satura: nutre. No invade: se ofrece. No desborda: ordena.

Vivir estas fiestas con consumo consciente es una forma concreta de oración encarnada. Es cuidar el cuerpo como templo, educar a los hijos en la libertad interior y preservar la viriditas que nos permite amar mejor.

Que esta Navidad elijamos alimentos que fortalezcan el cuerpo y gestos que descansen el alma. Ese será, quizá, uno de los regalos más profundos que podamos ofrecer.


Este texto no pretende imponer ni corregir, sino acompañar. Tómalo como una invitación a observar tu forma de celebrar, a escuchar tu cuerpo y a recuperar la alegría sencilla de una mesa compartida con gratitud.

Regenera con Laura Britez – Fitoterapeuta Católica


 

Comentarios

Entradas populares de este blog

El fruto visible del Amor: Nuestra familia crece